Cuentos Urbanos

El Viaje
Creo que en algún momento quedé dormida, aveces el ruido de motor, más el traqueteo y el propio cansancio del día me provoca esa somnolencia , lo cierto es que un fuerte sacudón me despertó, sin darme tiempo a comprender que sucedía.
Mi asiento era pasillo, y eso que yo siempre elijo ventanilla... por esa especie de asfixia que me provocan los lugares cerrados, claro que no soy de las que abren las ventanillas en pleno invierno, pero el hecho de tener amplitud visual al exterior me tranquiliza... Y de pronto el estremecimiento me despierta, palpo mi equipaje de mano, solo llevaba la cartera y el pequeño bolso de cuero marrón que alcancé a divisar bajo el asiento contiguo, ocupado por una señora vestida con falda
Nooooooooo! , el bolso estaba abierto y y se escaparon las cenizas! en posición perruna traté de juntarlas y la señora que salta sobre mi espalda y huye ¡Dios, no hay tiempo, hay que bajar! me digo , pero no puedo dejarlas aquí! es injusto! , yo , que pedí el día que me correspondía de franco para viajar al pueblo... y todo por la llamada de ese empleado sin escrúpulos del cementerio que me emplazó hasta el viernes , sino las votaría , así , sin más!, como si no tuviera valor afectivo, claro, para él solo será un trámite más en su rutinaria existencia!. Entonces mis manos frotando el piso por juntarlas, no, ya está, igual es un símbolo , solo son sus restos!.
Corro por el pasillo , ya casi desierto , un anciano está tirado en el piso pasamos por sobre él , por pánico o desinterés y me distrae la visual : son las caras de la gente alineada en la parada que pasa una a una como en una vidriera corrediza y sus miradas de espanto casi quedan amuradas por la cercanía con el colectivo que forma una comba entre la vereda y la pared rozando con el vértice superior derecho el concreto, al unísono del gran chirriado y destello de chispas provocadas por la fricción del metal con la pared.
Llego a los estribos y salto a la vereda, cuando la veo a ella... , tan pequeña y más empequeñecida contra la pared, sin moverse, impávida, la sujeto del brazo al tiempo en que el bus porfín frena , y la suelto, corro más rápido aún cuando este se detiene , y miro hacia atrás , el colectivo tumbado sobre el edificio , la niña en medio, yo con mi bolso marrón frente al parabrisas . Solo nos miramos , nadie formuló palabra y me sentí agradecida por no haberla arrastrado conmigo , sino, los restos serían dos.
Camino hacia la esquina , entre Santa Rosa y General Paz, donde está Radio Nacional... y la visual me responde al desconcierto , hay autos encimados , los semáforos no funcionan, tres colectivos obstruyendo la esquina, los zorros grises se quedan sin aliento tanto soplar el silvato, los transeúntes corren, gritan y lloran.
No se trata de una catástrofe natural, no fue un terremoto, solo COLAPSO el TRANSITO!

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