De visitas

Hace años no la veía, nos conocimos en un viaje de compras, ella buscaba cascos de motos y yo lo habitual, comprando ropa. La relación comenzó con la complicidad de mi novio y ella a raíz de la pasión compartida por las dos ruedas, luego, mi involuntaria compañía, que al regreso del viaje se convirtió en una especie de camaradería por su carisma y los momentos gratos compartidos .
Después siguió una tibia relación, reuniones familiares, tardes de mateadas, cumpleaños y demás, hasta que la vida nos fue alejando, y hoy, mi impronta por vernos.
Me encontraba en la gran arcada de ingreso con dos timbres, eso fue otra gran idea de ella que con su elocuencia y gracia logró persuadir a su vecino de compartir el ingreso de ambas moradas, derribando la medianera de modo que el acceso se convirtió en un gran sendero con dos veredas paralelas para el ingreso de sus respectivos automóviles,; solo que ahora no distinguía la casa de su vecino que evidentemente quedó cubierta por el gran follaje; igual no tuve inconveniente al llamar a su domicilio, pues al timbre acompañaba una placa con el nombre de mi amiga " Ruth".
Distinguí su figura cuando sonaba la chicharra y empujé el pesado portón de herrería artesanal, vestía una túnica blanca hasta las rodillas, un fusó color turquesa y alpargatas blancas. No sé si por el reflejo del día radiante sobre sus prendas, pero parecía emitir un alo blanco en su contorno; mientras mis pasos me conducían al abrazo casi eterno que nos dimos, pensé cuan generosa es la vida con algunas personas que resisten el paso del tiempo con tanta hidalguía, incluso al punto de desafiarlo!, pues se veía aún mas joven que hace años, cuando nos vimos por última vez; entonces ya era una persona mayor y hasta diría que un poco encorvada al caminar, cosa que hoy no sucede, es más, parece esbelta a pesar de su poca estatura y creo , se debe a su postura tan alineada al cenit, como si cada uno de los huesos de su columna vertebral apuntara hacia éste.
Luego del consabido encuentro, me invita a sentarme en el jugo de sillones de hierro forjado y cuero que se encuentra en una especie de balcón de césped con baranda sobre el ala derecha de la casa,esta limita su propiedad con la del vecino que se encuentra en notable desnivel con el suyo; cosa que me llama la atención pues no es la imagen que recuerdo, incluso como desafiando mi memoria, me asomo por la baranda sin poder distinguir aquella vivienda, sin duda cubierta por el follaje, ¡como cambia todo con el paso del tiempo! si hasta los relieves se modifican, pensé, y volviendo a estas lucubraciones temo que este haya sido poco generoso conmigo, ante lo evidente. Justo en el instante ella me pregunta lo habitual:_ Como estas? y ya sin poder ocultar mi ego le respondo que tan bien! que aveces me cuesta decirlo por no herir suceptibilidades, que con ella es diferente pues una amiga que se precie de tal a de compartir mi bonanza, no es así? ..., ella me responde que totalmente , que está de acuerdo con mi parecer, y como si fuera una ironía, aparece del jardín posterior su segundo marido, !tan rejuvenecido como ella, por Dios! y me quedo estupefacta, observándolo como si fuera la primera vez que lo veo, al instante y sin poder recuperarme del impacto se presenta Eloísa, su hija, enferma terminal en aquellos años y de quien supe fallecida, me saluda amablemente pero sin contacto físico, sonríe y noto por fin un parecido con su madre, cosa que antes siempre cuestionaba, como una niña tan robusta y poco agraciada podía tener una madre tan bella, sin duda era igual a su padre, es decir el primer marido de Ruth, a quién yo no conocí. Ella se dirige al cantero con flores de colores casi fluorescentes, como sacados de un dibujo animado, fucsias, amarillos y rojos y comienza a regarlas abstraída de nuestro encuentro, ante lo cual mi amiga me invita a sentarnos y beber un jugo natural para comenzar nuestra plática.
Los hijos, el trabajo, los proyectos, casi todo forma parte de la conversación,.Intuyo que ella nota mi ansiedad, todo parece tan armonioso e intemporal, que siento la urgencia por volver con los míos y eso que siempre reniego por las ingratitudes, o la olgazanería e irresponsabilidad, siempre cuando vuelvo a casa me predispongo mal, pensando que trabajé todo el día y no habrá nadie al llegar que me ofrezca un té o simplemente me pregunte:_que tal tu día?
De pronto quiero verlos, abrazarlos fuertemente, estimularlos por un futuro mejor y próspero, decirles cuanto los amo! , conversar lo cotidiano y hasta cursi, que la nueva marca de jugos, que cual panadería tiene mejor facturas, que si la yerba mate trae mucho polvo o la fruta sabor a nada.
Y enfrente de mí su rostro sereno y bello, con una sonrisa diáfana, que no supe si estaba en el cielo o en el mismo infierno, y me pongo de pié, saludo cordialmente y con prisa ,y comienzo a caminar hacia el portón de rejas que diviso cada vez mas lejos y aún deambulo por alcanzar.

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